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jueves, 16 de junio de 2011

Columbario V

Alba V. 400 urnas de cobre y granito. Módulos de 80 unidades. 310 X115 X 80 cm.


Qué es la vida en el ser

En la sociedad actual algunos estamos convencidos de que no puede haber otro paradigma que la mirada material de la vida. La muerte es la última performance que ejecutamos. Para este fin trabajo y pienso en el proyecto Alba como un obra actual,  una reflexión del momento que responde al pensamiento y al sentimiento de esta época. Un ritual civil, un discurso colectivo acoplado a la visión actual del mundo...

La ciencia también nos ilumina las sombras del hogar póstumo, no tenemos excusa para pensar en otro cielo que en este que estamos viendo.
El nacimiento y la muerte son las acciones más importantes que hacemos los seres humanos, realidades que reúnen todo el corpus transcendente de lo que somos. Nos sentimos como materia animada, vida que se piensa así misma, que se comporta y actúa movida por una estética transcendente.

Concepto final
En su consecución física, la muerte no es otra cosa que falta de aliento, el colapso del sistema y alguna cosa más. En su realidad filosófica siempre ha sido un tema contradictorio y 
tiene la tendencia de dejar abierta la puerta del otro mundo. Yo no encuentro otra explicación que esta; el final de la vida es la ausencia del ser. En cuanto a la mirada estética, la muerte es la más 
conmovedora de las expresiones. Nada hay más sobrecogedor que los pequeños secretos, el saber acumulado que se llevan los muertos. La obra capital de la vida son los secretos ocultos que quedan en la caja de la mente.

Más allá de esta circunstancia no hay que espantarse, la serenidad que desprenden los muertos es admirable. Las miradas tortuosas que nos presenta la novela negra, el cine y algunas creaciones son 
burdas ilusiones de creadores alucinados. (Algunos los admiro por su ingenio y la manera de asombrarme me deja perplejo ante el tema.)

El alma
Las almas eternamente sufriendo son concepciones contrahechas de la vida. No tenemos ninguna constancia de esos paraísos ni de los eternos horrores prometidos. Después del último
aliento no queda nada en nosotros, nada excepto que somos muerte que encadena otras formas de vida. Somos materia, átomos una y otra vez reciclados, nutrientes minerales, ¡tierra 
animada que respira por siempre tierra! Así hasta devenirse en ceniza estéril, una roca fría junto a los restos del sol. 

Los columbarios Alba son materia conformada en idea transcendente y recogen la inminente presencia de la muerte. Su realidad esclarece la ejecución de la idea Las obras son solemnes en la acción, y asépticas y luminosas en el proceso. Se ajustan al pensamiento moderno, son económicas y democráticamente nos iguala a todos los humanos ante la muerte.
Por fin nos vemos como lo que realmente somos, partículas de tierra, dignos hijos del sol. En el tramo de la muerte podemos ser iguales ya que iguale somos físicamente y los abalorios, las bondades y las quimeras han quedado atrás, son motivos pendientes del resto de los humanos..

Por ello pienso que la incineración es un buen sistema para concluir un proceso inevitable, quizá es una opción directa y drástica, pero la veo conceptualmente honrosa. Es limpia como las luces del alba, esperanzadora en los eternos amaneceres, luminosa con los periplos del sol que es en definitiva el hacedor de la vida en la tierra.
El proyecto Alba nos brinda la posibilidad de hacer una obra colectiva, expresión ética y estética de una época.

La muerte como reflexión estética
La presencia de la muerte dormita en la frontera que bordea el ser y la nada, donde se da la disolución total de la forma personal y material, donde desaparece la memoria que nos ha habitado. Es la caja del olvido que se cierra definitivamente y en su sombra quedamos atendidos como un montón de tierra dispuesta con semillas nuevas.
La pérdida de registros, de recuerdos, del estado vital y numinoso del alma, no es perder nada ya que en realidad regresamos a nuestro eterno hogar. Para conformarnos con un señuelo, podemos pensar que ganamos el reposo eterno de las piedras, la solemne palabra de la montaña, el rizo gracioso del río y la fuerza poderosa de la ventisca.
En esa caja fronteriza se pierden los rastros de la identidad y la materia queda otra vez disponible, dispuesta a empezar… (¿?)
Todos y todo va al espacio vacío de la materia; esta es la marmita de las creaciones. El pensamiento se ha borrado, se oculta tras una mancha oscura, sólo queda lo pensado en las cosas que se han hecho y permanecen de manera tangible. La muerte es ausencia de luz, advenimiento material que nos lleva de regreso a la tierra, a la noche oscura de la mente, pero también a la eternidad luminosa de la energía; - ¡somos hijos del sol! - dice el Invovoz en Fénix o la ciudad del sol.
La oscuridad no es un valor negativo; los ojos se han apagado, eso es todo, el cerebro se ha colapsado y la ilusión del ser ya no cuenta para nada.
Volvemos a ser lo que hemos sido siempre, “neutrinos que viajan libres en eternas vacaciones”

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