Palabras al amigo
Mariano Rubio; el grabador
Las personas que
nos hemos dedicado a la enseñanza, hemos disfrutado de un ambiente
privilegiado, mucho más si se ha tenido la virtud del educador que aprende,
disfruta, motiva y transmite esa inquietud a sus alumnos. Mariano Rubio fue
un gran comunicador y encontró en el arte el motivo de la existencia; fue
profesor de historia del arte y disponía de recursos técnicos en la pintura, el
grabado y la cerámica, tenía un deseo irrefrenable de permanecer y su trabajo
era el vehículo para conseguirlo. Fue un trabajador incansable y, a mi parecer,
de toda la obra realizada es muy probable que, en la memoria colectiva, quede
su trabajo más singular: el libro Ayer y
hoy del grabado y sistemas de estampación. Conceptos fundamentales, historia y
técnicas.
Como decía era
un comunicador y disfrutaba de la conversación siempre que estuviera
relacionada con su trabajo. Cuando nos encontrábamos era un momento de abertura
mental, de disposición al saber de manera divertida. Normalmente sucede con
todos los compañeros de la Escola d’Art,
pero con Mariano era especial, reclamaba hacer observaciones de nivel y siempre
tenía cosas interesantes que aportar al debate con cierto tono jocoso. Era un
amante de la historia antigua y realizó obras donde recreaba símbolos evidentes:
tetraedros, el alfa y la omega, el triángulo, pirámides de base cuadrada, la
línea del horizonte, hipotéticas galaxias y un universo que respondía a los
impulsos de la razón, al control de lo que hace y dice. No obstante él era
impulsivo y dado a lo obtuso, complejo y barroco, a la inspiración intuitiva y,
en general, sus grabados tenían un registro ecléctico y variado.
En uno de los
encuentros que recuerdo salió el tema de cómo los egipcios trataban el ritual
de la muerte y cómo ellos entendían el tema de la creación.
Le dije en tono
distendido, En el Libro egipcio de los
muertos explican que en la Duat,
donde se hace el juicio de Osiris, le asignan un papel fundamental a los
escarabajos, estos disponen de las propiedades simbólicas de la renovación y la
resurrección eterna y lo vinculan con el dios Ra, (el que llega a ser o aquel
que renace por sí mismo),
Mariano me
contestó: <”En
realidad, según las etapas del viaje, este dios tenía tres nombres y su
presencia revelaba entidades diferentes: al amanecer era Jepri; al mediodía,
Horajti y en el crepúsculo, Atum”.>
Siguió la conversación entre los dos y la traigo a colación por el
motivo que me lleva a escribir estas líneas en su memoria; su partida a la
Duat. Él suponía que el escarabajo se reproducía como un andrógino en una bola
de estiércol, matriz que calentaba al sol al hacerlo rodar en dirección
poniente. Yo le decía que previamente había puesto los huevos ya fecundados
dentro del estiércol y que la forma de encobar era calentándo la pelota de estiércol al sol.
Mariano aseguraba que el símbolo estaba relacionado con “el que se hace así
mismo”, por este motivo pensaban que resucitaba igual
que el sol lo hacía cada día y se reproducía en la pelota sin otra intervención.
Según he leído los
egipcios antiguos relacionaban el escarabajo con el sol y la resurrección. En
los funerales eran figuras importantes y los tenían muy
presentes para el gran viaje que iban a realizar. Para la ocasión hacían un
escarabajo de piedra bien tallada y lo colocaban en el lugar del corazón cuando
ya estaban momificados. El escarabajo era primordial en la otra vida y en
algunas ocasiones ponían en su lugar la imagen de Jepri, una de
las tres identidades del sol.
Pienso que el
creyente o interesado en cuestiones simbólicas, ha construido una realidad
mental que le ayuda en el tránsito al otro mundo y los símbolos que Mariano
hacía servir van en esa dirección. Según el libro citado, en la Duat, Anubis
extrae el corazón del difunto y Maat lo contrapesa con una pluma: las balanzas
han de quedar niveladas. El ritual es largo y hay que hacer un número considerable
de conjuros para pasar las siete puertas, estoy seguro que Mariano Rubio los
conocía y, con su bondad, capacidad de trabajo, verbo y labia, ya las habrá
traspasado todas.
El autor de Ayer y hoy del grabado y sistemas de
estampación, falleció en Tarragona a los 92 años; pienso que en su
vida han sido bien utilizados. Nació en Calatayud el 1926 y ha dejado el
trabajo en Tarragona el 2019. Reconocido como el “Mestre del Gravat” en
Catalunya y premiado con el “Aragón-Goya de grabado”, Mariano Rubio ha
dejado un testimonio humano remarcable.
¡Qué la tierra le sea leve!
12 de Julio de
2019.
Rufino Mesa;
compañero y amigo.
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