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viernes, 24 de enero de 2020

Mariano Rubio; el grabador




Palabras al amigo
Mariano Rubio; el grabador

Las personas que nos hemos dedicado a la enseñanza, hemos disfrutado de un ambiente privilegiado, mucho más si se ha tenido la virtud del educador que aprende, disfruta, motiva y transmite esa inquietud a sus alumnos. Mariano Rubio fue un gran comunicador y encontró en el arte el motivo de la existencia; fue profesor de historia del arte y disponía de recursos técnicos en la pintura, el grabado y la cerámica, tenía un deseo irrefrenable de permanecer y su trabajo era el vehículo para conseguirlo. Fue un trabajador incansable y, a mi parecer, de toda la obra realizada es muy probable que, en la memoria colectiva, quede su trabajo más singular: el libro Ayer y hoy del grabado y sistemas de estampación. Conceptos fundamentales, historia y técnicas.
Como decía era un comunicador y disfrutaba de la conversación siempre que estuviera relacionada con su trabajo. Cuando nos encontrábamos era un momento de abertura mental, de disposición al saber de manera divertida. Normalmente sucede con todos los compañeros de la Escola  d’Art, pero con Mariano era especial, reclamaba hacer observaciones de nivel y siempre tenía cosas interesantes que aportar al debate con cierto tono jocoso. Era un amante de la historia antigua y realizó obras donde recreaba símbolos evidentes: tetraedros, el alfa y la omega, el triángulo, pirámides de base cuadrada, la línea del horizonte, hipotéticas galaxias y un universo que respondía a los impulsos de la razón, al control de lo que hace y dice. No obstante él era impulsivo y dado a lo obtuso, complejo y barroco, a la inspiración intuitiva y, en general, sus grabados tenían un registro ecléctico y variado. 


En uno de los encuentros que recuerdo salió el tema de cómo los egipcios trataban el ritual de la muerte y cómo ellos entendían el tema de la creación.
Le dije en tono distendido, En el Libro egipcio de los muertos explican que en la Duat, donde se hace el juicio de Osiris, le asignan un papel fundamental a los escarabajos, estos disponen de las propiedades simbólicas de la renovación y la resurrección eterna y lo vinculan con el dios Ra, (el que llega a ser o aquel que renace por sí mismo),
Mariano me contestó: <”En realidad, según las etapas del viaje, este dios tenía tres nombres y su presencia revelaba entidades diferentes: al amanecer era Jepri; al mediodía, Horajti y en el crepúsculo, Atum”.>

Siguió la conversación entre los dos y la traigo a colación por el motivo que me lleva a escribir estas líneas en su memoria; su partida a la Duat. Él suponía que el escarabajo se reproducía como un andrógino en una bola de estiércol, matriz que calentaba al sol al hacerlo rodar en dirección poniente. Yo le decía que previamente había puesto los huevos ya fecundados dentro del estiércol y que la forma de encobar era calentándo la pelota de estiércol al sol. Mariano aseguraba que el símbolo estaba relacionado con “el que se hace así mismo”, por este motivo pensaban que resucitaba igual que el sol lo hacía cada día y se reproducía en la pelota sin otra intervención.
Según he leído los egipcios antiguos relacionaban el escarabajo con el sol y la resurrección. En los funerales eran figuras importantes y los tenían muy presentes para el gran viaje que iban a realizar. Para la ocasión hacían un escarabajo de piedra bien tallada y lo colocaban en el lugar del corazón cuando ya estaban momificados. El escarabajo era primordial en la otra vida y en algunas ocasiones ponían en su lugar la imagen de Jepri, una de las tres identidades del sol.
Pienso que el creyente o interesado en cuestiones simbólicas, ha construido una realidad mental que le ayuda en el tránsito al otro mundo y los símbolos que Mariano hacía servir van en esa dirección. Según el libro citado, en la Duat, Anubis extrae el corazón del difunto y Maat lo contrapesa con una pluma: las balanzas han de quedar niveladas. El ritual es largo y hay que hacer un número considerable de conjuros para pasar las siete puertas, estoy seguro que Mariano Rubio los conocía y, con su bondad, capacidad de trabajo, verbo y labia, ya las habrá traspasado todas.


El autor de Ayer y hoy del grabado y sistemas de estampación, falleció en Tarragona a los 92 años; pienso que en su vida han sido bien utilizados. Nació en Calatayud el 1926 y ha dejado el trabajo en Tarragona el 2019. Reconocido como el “Mestre del Gravat” en Catalunya y premiado con el “Aragón-Goya de grabado”, Mariano Rubio ha dejado un testimonio humano remarcable.
¡Qué la tierra le sea leve!

12 de Julio de 2019.
Rufino Mesa; compañero y amigo.







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